Los que trabajamos en el campo de las relaciones humanas, muchas veces nos enfrentamos al mismo problema respecto de la manera en que deseamos emplear los conocimientos adquiridos.

En el afán de utilizar las técnicas y herramientas adquiridas, que prueban ser efectivas, claro, podemos correr el riesgo de perder el foco: la persona que tenemos frente a nosotros y nuestro vínculo con ella.

En este fragmento del libro de Carl Rogers «El Proceso de Convertirse en Persona«, su autor nos ofrece 10 preguntas clave para la reflexión: ¿cómo puedo crear una relación de ayuda?

 

  1. ¿Cómo puedo SER para que el otro me perciba como una persona digna de fe, coherente y segura, en sentido profundo? He llegado a comprender que ganar la confianza del otro no exige una rígida estabilidad, sino que supone ser sincero y auténtico. He escogido el término coherente para describir la manera de ser que me gustaría lograr. Esto significa que debo poder advertir cualquier sentimiento o actitud que experimento en cada momento. Cuando esta condición se cumple, soy una persona unificada o integrada y por consiguiente puedo SER tal como SOY EN LO PROFUNDO DE MÍ MISMO. Esta es la realidad que inspira confianza a los demás.
  2. ¿Puedo ser lo suficientemente EXPRESIVO COMO PERSONA, de manera tal que pueda comunicar lo que SOY sin ambigüedades? Ahora bien, aceptarme y mostrarme a la otra persona tal como soy es una de las tareas más arduas, que casi nunca puede lograrse por completo.
  3. ¿Puedo permitirme experimentar actitudes positivas hacia esta otra persona: actitudes de calidez, cuidado, agrado, interés, respeto?… Suelo advertir en mí, y a menudo también en otros, un cierto temor ante esos sentimientos. Tememos que si nos permitimos experimentar tales sentimientos hacia otras personas, nos veamos atrapados por ellas. Podrían plantearnos exigencias o bien decepcionarnos, y naturalmente no deseamos correr esos riesgos.
  1. ¿Puedo ser lo suficientemente fuerte como persona como para distinguirme del otro? ¿Puedo respetar con firmeza mis propios sentimientos y necesidades, tanto como los del otro? ¿Soy dueño de mis sentimientos y capaz de expresarlos como algo que me pertenece y que es diferente como para no sentirme abatido por su depresión, atemorizado por su miedo o absorbido por su dependencia? ¿Soy íntimamente fuerte y capaz de comprender que su furia no me destruirá, su necesidad de dependencia no me someterá, ni su amor me sojuzgará y que existo independientemente de él, con mis propios sentimientos y derechos? Cuando logro sentir con libertad la capacidad de ser una persona independiente descubro que puedo comprender y aceptar al otro con mayor profundidad, porque no temo perderme a mí mismo.
  2. ¿Estoy suficientemente seguro de mí mismo como para admitir la individualidad del otro? ¿Puedo permitirle ser lo que es: honesto o falso, infantil o adulto, desesperado o lleno de confianza? ¿Puedo otorgarle la libertad de ser? ¿O siento que el otro debería seguir mi consejo, depender de mí en alguna medida o bien tomarme como modelo?
  3. ¿Puedo permitirme penetrar plenamente en el mundo de los sentimientos y significados personales del otro y verlos tal como él los ve? ¿Puedo meterme en su mundo privado de manera tan plena que pierda todo deseo de evaluarlo o juzgarlo? ¿Puedo entrar en ese mundo con una delicadeza que me permita moverme libremente y sin destruir significados que para él revisten un carácter precioso?
  4. ¿Puedo aceptarlo tal cual es? ¿Puedo comunicarle esta actitud? ¿O puedo recibirlo sólo de manera condicional, aceptando algunos aspectos de sus sentimientos y rechazando otros abierta o disimuladamente?
  5. ¿Puedo comportarme en la relación con la delicadeza necesaria como para que mi conducta no sea sentida como una amenaza?
  6. ¿Puedo liberar al otro de la amenaza de evaluación externa?
  7. ¿Puedo enfrentar a esta otra persona como a alguien que está en proceso de TRANSFORMARSE o me veré limitado por mi pasado y el suyo? Si en mi contacto con él lo trato como a un niño inmaduro, un estudiante ignorante, una personalidad neurótica o un psicópata, cada uno de estos conceptos que aporto a la relación limita lo que él puede ser en ella. Si considero a la otra persona como a alguien estático, ya diagnosticado y clasificado, ya modelado por su pasado, contribuyo a confirmar esta hipótesis limitada. Si, en cambio, lo acepto como un proceso de transformación, le ayudo a confirmar y realizar sus potencialidades.

Rogers, C. (2000) El Proceso de Convertirse en Persona, 17ª Ed. Págs. 55-6. Barcelona: Paidós

 

Luz Serres Tocagni

Luz Serres Tocagni Instituto Carl RogersÁrea de Formación

Docente en el Máster en Psicoterapia Humanista Individual y de Grupo y en los posgrados de Psicoterapia Centrada en la Persona y Acompañamiento Emocional Centrado en la Persona. Graduada en Counseling - Consultoría Psicológica (Holos Sánchez Bodas, Argentina) y graduada en Profesorado de la Lengua Inglesa para la Enseñanza Media y Superior, (St Catherine’s, Argentina). Su interés y pasión se centra en el trabajo con personas desde el Enfoque Centrado en la Persona, con una mirada humanista e integral. Trabaja como counselor individual y de pareja en el Instituto Carl Rogers y en educación como profesora con niños, adolescentes y adultos. Postgrado en Desarrollo Personal en Holos Sánchez Bodas, en Buenos Aires, en donde adquirió herramientas de Psicodrama, Focusing, Gestalt y el trabajo con recursos imaginarios. Formada en Psicoterapia Gestalt en el Instituto Carl Rogers y en Psicoterapia Sensoriomotriz para el tratamiento del trauma Nivel I (Sensorimotor Psychotherapy Intstitute).

Terapia

¿En que podemos ayudarte?

El Instituto Carl Rogers cuenta con un equipo de psicólogos y psicólogas que ofrecen una intervención integral y atienden a cada persona en sus diferentes necesidades.

El tratamiento está dirigido a personas de cualquier edad, desde niños hasta adultos mayores, y a familias o parejas, que están atravesando momentos de dificultad y sufrimiento o que tienen la inquietud de crecer o mejorar en algún aspecto de su vida.