La terapia experiencial no es una simple orientación o escuela teórica de psicoterapia, sino una forma sistemática de hacer terapia diseñada para hacer operativa cualquier teoría o variedad de teorías de personalidad y terapia. La terapia experiencial describe cómo usar de forma más efectiva una teoría sobre la interacción psicoterapéutica con clientes o pacientes. En ese sentido la terapia experiencial es una meta teoría, más que una teoría entre las muchas que ordenan la información de la personalidad humana.
Una descripción simplificada de este modo de practicar la terapia es la siguiente: cualquier intervención o respuesta que hace el terapeuta es referida en términos de cambio concreto e inmediato efectuado sobre la sensación sentida corporal presente del cliente en ese tema.
Si ese cambio no se da ni el cliente lo experimenta, la intervención es vista como fallida en lo que se refiere a tener un efecto experiencial, y por tanto sin tener ninguna utilidad terapéutica.
Tales efectos de cambio concretos son considerados como criterios evaluativos independientes de la teoría que motivó la respuesta del terapeuta.
Se han encontrado referencias a esta forma experiencial de hacer terapia en los trabajos de Freud, Rank, Ferenzy, Reich, From, Sullivan, pero principalmente en Carl Rogers y en Eugene Gendlin. Por tanto, una variedad de teorías diferentes han recogido esta aproximación de la terapia experiencial efectiva.
Eugene Gendlin fue quien desarrolló las bases filosóficas que hicieron de éste un método sistematizado teóricamente. Gendlin estudió y bebió en las fuentes de los filósofos existenciales y fenomenológicos tales como Kirkegaard, Dilthey, Husserl, Heidegger, Buber, Sartre, y Merleau Ponty, y alude a ellos como los precursores y fundamentos de su filosofía existencial. La formulación de su meta teoría experiencial de la psicoterapia está construida sobre esta estructura filosófica .
La psicoterapia experiencial se forma precisamente a partir de esta base del «experiencing» y de ver sus interacciones con los diversos símbolos. Aporta una base experiencial y crea la teoría precisamente partiendo de la experiencia. Y así mismo vuelve a la experiencia para compulsar la teoría.
Al simultanear la profundización filosófica con su práctica terapéutica, Gendlin percibe que los distintos cambios en la terapia se deben no tanto a lo que hace el terapeuta cuanto a las diversas capacidades del cliente. Dicho de otra manera, lo importante no es la orientación del terapeuta sino desde dónde responde el cliente y desde dónde crea la historia, si toca o no toca los sentimientos, si contacta con sus sensaciones corporales, etc.
Por ello, él con su equipo de colaboradores diseñó un instrumento de medición que se ha hecho muy conocido desde entonces en la literatura científica: la Escala Experiencial. Esta medida diversifica las respuestas del cliente en siete niveles para catalogarlas y poder predecir con bastante precisión la lentitud o rapidez de los cambios terapéuticos. Publicada en 1967, hoy día se sigue utilizando como un instrumento de categorización y, entre otros trabajos, se han publicado más de cuarenta tesis doctorales que la han usado como instrumento primordial de su investigación. Merece la pena insertar una cita que ponen Gendlin y sus colaboradores en el manual de dicha escala:
«Experienciar, básicamente implica nuestra sensación de estar en interacción preverbal, preconceptual, corporal, con el medio ambiente, una sensación a nivel visceral del significado sentido de las cosas. Incluye la sensación de tener experiencias y el flujo continuo de sensaciones, impresiones, eventos somáticos, sentimientos, caer en la cuenta en algo reflexivamente y significados cognitivos que surgen en el campo fenomenológico de uno mismo.
El experienciar no es la reconstrucción de eventos, pero incluye su significado sentido personalmente. No es una batería de conceptos u operaciones lógicas; más bien es el referente interno usado para anclar conceptos.
De igual forma, el experienciar no es simplemente la experiencia de afecto o la mera autoconciencia. El término incluye una gama más amplia de significados implícitos que estructuran sensación y sentimientos, así como el significado personal de las reacciones de uno mismo ante los diversos eventos».
De la escala experiencial a Focusing
El éxito en el cambio terapéutico se había mostrado en correlación directa con puntuaciones elevadas en la Escala Experiencial. Por ello, durante toda la década de los setenta Gendlin se dedicó a crear una herramienta terapéutica que ayudara a los clientes a enfocar mejor en la terapia, y así alcanzar niveles más altos en la Escala Experiencial y por tanto les fuera más fácil el cambio terapéutico. Escritor fecundo, mientras va escribiendo su teoría del cambio terapéutico o va trabajando con diversas poblaciones, se da cuenta que hay que ayudar al cliente a que esté habitualmente conectado, y no con su mente, sino con su organismo total y de manera especial con la sabiduría de su cuerpo. Un cuerpo que para Gendlin es siempre un cuerpo en interacción con la realidad, y es un cuerpo situado, contextualizado, «que siente lo que siente dentro de ese marco de referencia en el que está situado».
Así es como aparece la herramienta que la ha dado renombre universal: Focusing. Siendo un gerundio inglés popular, quiere nombrarla de forma substantivada para significar la técnica y el proceso del enfoque corporal. En 1969 tituló con este nombre un artículo en el que ya aparecía sintetizaba e incluía un manual práctico para uso de la técnica.
Justamente en este tiempo, 1970, es cuando Gendlin recibe un galardón profesional de la American Psychological Association (APA), que le reconoce como el profesional más distinguido del año precisamente por su aportación de la Psicoterapia Experiencial. A partir de entonces desarrolla las aplicaciones del enfoque en diversas áreas.
Carlos Alemany Briz
Discípulo de Eugene Gendlin
Gracias a Carlos Alemany el Focusing llega a España en los años 80
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